En el siglo XIX, Matilde Peñalver y Beristain, contraviniendo las reglas de la aristocracia a la que
pertenecía, se enamoró de Adolfo Solís –un militar sin fortuna-, confiando en que su bondadoso padre la dejaría casarse,
pero Augusta tenía que casar a su hija con un hombre rico para salvar a la familia de la ruina económica. Manuel Fuentes Guerra
era el candidato perfecto ya que era joven, guapo, de buenos sentimientos y acababa de heredar una gran fortuna.
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Matilde se verá obligada a elegir entre dos amores
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Para lograr sus planes, Augusta y su hijo Humberto lograron que Adolfo fuera a prisión e hicieron creer
a Matilde que su amado era casado y tenía hijos. Matilde, despechada, presionada por su madre y sabiendo que Manuel cubrió
las deudas de su familia, acepta casarse.
Al escapar Adolfo de prisión, lo primero que hace es buscar
a su adorada Matilde, y se encuentra con que ella se acaba de casar con Manuel. Desesperado, Adolfo logra hablar a escondidas
con Matilde y aclarar los malos entendidos. Jurándose amor eterno, deciden huir juntos, pero Manuel los descubre y, herido
en lo más hondo, arremete contra Matilde, aun cuando no está dispuesto a renunciar a ella. La lleva a su hacienda y allí consuma
el matrimonio.
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